sábado, 3 de enero de 2009

A una mano


Uno se desvive por su único prójimo...loco e ignorante. Es quizás el más tierno y el que menos culpa tiene, pero el que más lo paga sin saberlo. Es aquel que recibe los martillazos: el dedo gordo.


Otro vive de recuerdos, de señalar y de mostrar cosas, (aunque también con el se puede ocultar el Sol). Es el que le da nombre a la 1º página de un libro: el dedo índice.


El siguiente está siempre en medio...el solito, sin tirar hacia un lado ni hacia el otro. Es el único que queda en pié cuando la desvergüenza se hace presente: el dedo corazón.


El que vá a continuación no existe sin su consecutivo, pues si se mueve uno, se mueve el otro. Es uno de los que más suena al chascarte las falanges: el dedo anular.


Y por último el más sosegado, el más fragil...pero aún así de gran importancia: el dedo meñique.


De cortarme alguno, sin duda alguna me cortaría el corazón, porque sufre.

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