martes, 30 de diciembre de 2008

El angel


En un estanque corrupto se hubo de mojar para darse cuenta de que no toda masa de agua era cristalina como le habían hecho pensar. Eran olas ajenas las que le mecían en sosegante desconsuelo, las que le sumían en una inexplicable metáfora...


Divagaba con recelo en dicho estanque cuando sentía que se debía dejar llevar o cuando quería sentir la presencia de su alma derrotando a la soledad, mas no lo sentía suyo.


Olvidándose de todo marchó muy lejos por una senda estrecha pero soleada, a la luz del sol de mediatarde inundándolo todo desde un costado. Su mente se iba clareando por momentos y unas cuantas lágrimas de felicidad comenzaban a inundar su pálida tez: "¡Llora, impura! ¡Vislumbra la felicidad!"- se decía.


A medida que el tiempo pasaba, ella brillaba más.


Al llegar a un tramo en el que el horizonte se preveía liso, comenzó a correr. Sus brazos se extendían hacia los lados como si fueran alas, alas de un angel que nunca mereció el castigo de la vida.


Corría, corría... Corría libre, y cuanto más corría más se perdonaba a sí misma los momentos efímeros de amor propio contrariado.


...Y se extinguió en una profunda luz, la más brillante y pura jamás vista a pesar de todo, porque por muy bajo que caiga un angel, su brillo siempre resplandecerá.