miércoles, 6 de abril de 2011

Panacea.

No soporto la lluvia, y llueve sol. Llueven mares. Llueve desolación bajo mi techo, y el colador bajo mi cuerpo hace que me esconda bajo el sofá. Bajo el sofá hay un mar de polvo, y el polvo lo absorven las nubes de mi pelo. Y me lluevo, me reabsorbo y me lluevo. Muchas horas al día, siempre es así. Escupiré mis bolas de pelo y seremos tres bolas rodantes de cabellos en armonía, largos y cortos, todos animales. Y el insomnio se me llevará, y pisaré mis ojos al andar del salón a la cocina, y de la misma a la cama. Creo que deliro: no tengo fiebre y soy un hongo, un hongo enclaustrado e inservible, un virus con vacuna. Siento las escaras amenazarme tras mi espalda, me pudro... me estoy consumiendo por segundos. Necesito que me salves, todos los días... dependo de tí. Necesito que me veas, solo con eso saldré de mi capullo de oruga y te abrazaré con mis alas de colores. Ven y déjame no ser la típica persona de a tu alrededor, déjame ser tu alrededor. Ven y quiéreme. No me dejes nunca... Sigue salvándome eternamente, por favor.

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